junio 30, 2008

El arte como remos...


He pensado mucho.
Sé que no leerás esto hasta que, tal vez, regreses del periplo norteamericano, pero pienso que es hora de escribirte, y sobre todo, decirte las imágenes que quedaron atrapadas entre los gestos y las sonrisas de tu despedida.

Estás creciendo. Yo no he crecido mucho, y temo que quede así, descrecido, minúsculo, y esta profecía es producto de un cálculo simple: todo lo que has logrado en pocos meses es lo que logré yo en algunos años, porque soy tímido, porque me persiguen los prejuicios. La locura.

Pero me encanta saber que eres mi amiga, y que hemos compartido horas de conversa tan ricas y emocionantes, y divertidas ¿no?; y que podemos complotar y decidir sueños, agarrados del arte como remos, mirando las estrellas, haciéndonos hijos de la luna, totalmente llenos de luz...

Regresa pronto, pero que estos días lejos de nosotros te sirvan de lienzo y de paleta, y que no, como a mí, decidan quitarte tus flores y lavarse las manos luego.

Pónle a este discurso taciturno una canción de Kenyara como fondo musical.

Te quiero mucho

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