mayo 14, 2008

El lugar donde se vive...

"¿Cómo me llamo?... Félix (José, Rafael, Segundo, Fidencio) me llamo. Este lugar se llama... y ¡qué bueno que estén por aquí porque en unos días comienza la Fiesta del Patrón San Juan! Se van a divertir, tenemos baile y banda, pero, claro, todo esto después de la misa y de la procesión. Dicen los viejos que antes también corrían al toro, pero un día el curita de la parroquia lo prohibió. ¡Pero no importa!, con mi familia es muy bueno pasar la fiesta; aunque mis papás son mayores, todavía participan con mucha devoción: mi padre es cargador y mi madre sahumadora (?)... mi hermano Juan y mi hermana la Sarita sólo se divierten en la fiesta, aunque mi hermano y yo, junto a los jóvenes del barrio nos organizamos para presentarle algún número especial a San Juan; y mi hermanita ha comenzado a acompañar a mi madre a sus reuniones en la parroquia.
¡Qué pena que esto dure pocos días! El lunes el pueblo regresa otra vez todito silencio...

Mi padre es artesano. Trabaja con piedra y hace figuras de cosas que él se acuerda de su tierra. Cuando era joven le fue bien con este trabajo, por eso construyó esta casa en este lugar, además, mi madre le ayudaba porque daba pensión a los obreros que chambeaban en las construcciones. Mi padre sigue con ese trabajo, pero ya no es como antes; ahora el Juan le ayuda, y le ha ayudado desde chiquito. No ha querido estudiar mi hermano y dice que no sirve para eso, y que, además, él ha visto a sus amigos que han estudiado igualito que antes. Y yo le creo. También los he visto: no todos entraron a la universidad después del colegio, ¿quién pues?, uno, dos, y tuvieron que salir. ¿En qué trabajan ahora? Ahí está pues, nos dicen que para progresar hay que estudiar, pero no alcanza para eso, ni para comer alcanza
[1]... que para ya no ser pobres hay que trabajar, pero yo soy joven, nunca he trabajado, ¿a dónde voy a ir, si siempre piden uno, dos años de experiencia? Yo quiero progresar, quiero estudiar, pero las artesanías y las comidas de mis padres no alcanzan... debo trabajar para ayudarnos, tal vez me alcance para estudiar alguito.

Estoy yendo todas las mañanas a Jesús María. Conseguí un trabajo de guachimán y debo estar desde las 7 de la mañana hasta las 7 de la noche en mi caseta, abriendo y cerrando la reja para que pasen los carros. Han cerrado toda la urbanización con rejas... dicen que mucho les roban, por eso, ahora, sólo pueden entrar por esta calle donde está mi caseta, y si no viven aquí tienen que dejarme sus documentos... Mi madre dice que este trabajo es muy peligroso, ya sé por qué, pero peor la tiene Martín, el amigo que me reemplaza a las 7 de la noche y se queda hasta las 7 de la mañana. Dice que el mes pasado se metieron a robar y lo han golpeado. Como yo soy muy joven me dieron este turno. ¡Me salvé! –sonriendo un poco- pero si me daban el otro, ¿qué iba a hacer? ¡Aceptar nomás! Mi padre se puso contento porque ahora nos vamos a dividir los gastos entre los cuatro
[2], todo lo que hay que pagar: la comida, la luz, el agua y el teléfono. Yo debo pagar el teléfono, que es servicio popular, y creo que me va a alcanzar para estudiar. En el barrio no quieren saber nada con los del teléfono, dicen que cobran lo que les da la gana, que se llevan la plata los españoles. Todo se va para afuera. Cualquier cosa que compras en el mercado es importada: de Chile, de Ecuador, de Taiwán, de Estados Unidos, de China, todo de afuera, y yo digo: ¿Afuera habrá cosas de Perú?

Me he metido a estudiar computación. Mi padre dice que soy un tonto, que para qué estudio esa cosa si no tenemos computadora en casa. Pero él no entiende, porque yo estoy estudiando ensamblaje, o sea, para armar y arreglar computadoras, así podré encontrar chambitas mejores. Con lo que estoy aprendiendo hasta ya puedo arreglar radios y televisores. Ahora los televisores tienen que tener cable, sino ya no se está al día, los canales peruanos son poquitos y todo lo dan repetido; ahora la gente quiere ver el fútbol en directo, el fútbol europeo y las películas de estreno. Hay que conseguir cable de donde sea, los que no tienen para pagar igualito consiguen. Además, ¡qué bonito tener 60, 70 canales, en vez de 5 o 6! ¿no? Antes ¡Qué ibas a ver una novela japonesa! Es como el Internet, ahora podemos hacer amigos en otros países, y chatear, y buscar todo lo que quieras... ¡todo encuentras! Cuando me voy a estudiar, aprovecho la hora de salida para irme aunque sea una horita a la cabina de Internet, ya tengo correo electrónico y ya puedo chatear con mis amigos. Los sábados y los domingos estoy llevando a mi hermana a la cabina para que ella también aprenda... (silencio un instante) extraño un poco los partiditos de fulbito de los domingos, pero con el trabajo y el instituto ya no se puede... pero, tal vez, deje de ir un poco al Internet...

A Juan le resulta difícil esto de las computadoras, y eso que él no es un viejo, tiene 30 años. Pero su vida siempre fue trabajar en el taller con mi padre y es mucho más capaz con los cinceles y las piedras que con las teclas y el mouse. No entiende cosas que para mí son súper sencillas, y, según lo que dice mi profe, ahora, el que no sabe de computación es un analfabeto. Eso no suena bien, ¿cómo le voy a decir a mi familia que para el mundo de hoy son
[3] unos analfabetos? No se puede, cada vez aparecen cosas más difíciles de tener: discman, música en mp3, celulares digitales, máquinas de fotos digitales, impresoras que hacen de todo... el instituto está lleno de chicos y chicas que ya tienen esas cosas... y hay que aprender a usarlas, porque dice mi profe que en unos años todo se va a hacer con la computadora... ¡hasta cocinar! Si eso ocurre, entonces mi madre ya no podría cocinar. A ella le gusta usar sus ollitas de barro con su cocinita a gas, y a veces usa su cocinita a kerosene porque dice que le da otro saborcito a los guisos. También usa su batán de piedra para moler el ají y los ajos... Yo no creo que se pueda. Aquí en el barrio mucha gente sigue haciendo sus cosas como antes, y trabajan igual, y se divierten igual, escuchan su salsita, sus huaynitos, su música criolla... los más chiquillos nomás, que ya se han puesto a bailar "perreo" y andan vestidos con aretes y pañuelos en la cabeza, y los pantalones grandotes... pero eso se les pasa... (piensa)... dice mi vecino que esos huaynos que pasan en las radios antes sólo se tocaba con arpa, pero "ahora suena más chévere" porque tienen batería electrónica... (se ríe)

A mi padre menos le hace falta estas cosas nuevas... él es feliz con sus artesanías. Mi madre también, ella es feliz en su cocina y en la parroquia. Nunca falta los martes a sus reuniones con las señoras del rezo. Rezan su Rosario y luego toman el té mientras se cuentan los chismes del barrio. Eso nomás hacen. Sólo cuando se acerca la fiesta preparan todas las cosas para la procesión y para la misa. Pero el curita que está allí es buena gente, igualito las pone a trabajar en Semana Santa y en Navidad...

[1] ¿Cómo en un pueblo joven donde no alcanza para comer celebran la fiesta de su patrón a lo grande? Podríamos decir algo sobre la devoción popular: "...para el santito se saca de donde se pueda".
[2] El padre, la madre, Juan y él. ¿Será bueno detallarlo?
[3] O tal vez "somos", para dejar que el personaje se identifique más con su familia que con su nuevo mundo, así podemos entrar más fácil al tema de la tradición familiar y comunal.