enero 25, 2009

Génesis 28,16

"Dios vive en este lugar y yo no lo sabía, ...¡Qué temible es este lugar!"

enero 18, 2009

Leyendas de Edrux

Otro pueblo creció al otro lado del río AkbyllGer. Ellos no criaban animales ni sembraban en tierra; tampoco pescaban en el río, ni recogían los frutos de los árboles. Salían los hombres en grupo hacia el bosque de Syr a run y cazaban a los animales que Ilgyrom, heredero del Dios TerSus, habían dejado allí. A veces, con lanzas y arcos que ellos mismos habían construido, subían hasta los montes para alcanzar a los animales más feroces y traerlos luego a su pueblo para alimentarse. Era un pueblo de hombres de miradas siniestras y perversas, cuyo único deseo vital era el deseo de la sobre vivencia a cualquier precio, de la lucha cruel y la conquista.

Eran los “Edruxym”, porque se decía que Edrux los había elegido y les había llenado los corazones con el poder de la fuerza y la barbarie. Estas historias fueron escritas por los antiguos guardianes de la memoria en el “OjnaDak” o Libro de la Memoria, cuando después de las batallas de la Conquista no quedó nada bajo las faldas del TerSusDeg o Montaña de TerSus y hubo que comenzar todo de nuevo. El OjnaDak dice en sus historias que los edruxym nunca oyeron el canto de los hijos de TerSus, por eso eran feroces y desalmados, y por el contrario, no sabían que otro pueblo vivía cruzando el río AkbyllGer. El pueblo de estos hombres rudos era subterráneo, hecho de túneles excavados a lo largo del Syr a run, y solo salían de ellos cuando iban al bosque o hacia los montes para cazar y conseguir el alimento.

Los guardianes de la memoria cuentan en el OjnaDak que cuando este pueblo comenzaba a florecer, Edrux apareció en medio de ellos y sumió sus ojos en la oscuridad obligándolos a construir su ciudad debajo de tierra. Les enseñó la eficacia y el poderío de las armas de caza y de la guerra, y les hizo señores de la noche y de la sombra. Con esa ferocidad implacable, los edruxym extendieron su territorio hasta el extremo oriental de Tierra, siguiendo el curso de los SunDegyl o Montañas de las Flores, conquistando el Tur’SorNeb o Lago del Cóndor de Fuego y los BelFudyl o Desiertos de la Luna, hasta las orillas del otro río, que ellos llamaron “VallGer”, que quiere decir “el río del beber”, porque les calmó la sed y el cansancio. Fundaron ciudades bajo tierra y salían a cazar aprovechando la oscuridad y la niebla recorriendo el largo del VallGer y el último extremo de Tierra.

Edrux nunca murió cuando se estrelló contra Luna sino que se convirtió en el Señor de la Noche, porque de él nacieron la oscuridad y las estrellas. Era pequeño y frágil cuando Luna lo tragó y lo arrojó hacia fuera convertido en estrellas de colores y haciéndolo dueño de la noche y de la oscuridad. Pero Edrux llenó de envidia su corazón y quiso ser tan grande y poderoso como su hermano Ziku, ahora TerSus, Dios libertador de su pueblo. Edrux creó el pueblo de los edruxym para dañar a Tierra entera y dañar el corazón de TerSus, y vengarse de él de alguna forma. Subió a lo más alto de un monte y lanzó contra TerSus un grito de desafío. TerSus sintió gran pena por Edrux, sin embargo envió a Ilgyrom para que reprendiera la afrenta. Ilgyrom voló sobre su estrella azul hasta donde estaba Edrux y luchó contra él durante sesenta y nueve días, y al amanecer del día setenta Ilgyrom ató a Edrux en la cima del monte y puso sobre él a “Nube Negra”, para que llueva con crueldad y lance rayos y truenos provocándole un dolor intenso y una gran humillación.

Muchos años estuvo Edrux atado en la cima del monte sufriendo la inclemencia de Nube Negra; años en los que su pueblo vivió encerrado, sobreviviendo al hambre y oyendo el lamento de su líder derrotado y abatido, resonando en las paredes de sus túneles. TerSus se apiadó de quien fuera su hermano y de los edruxym y decidió cambiarle su penitencia. Convirtió a Edrux en un Cóndor enorme de alas gigantescas. Arrancó flores del bosque de Syr a run, y esparció sus pétalos dibujando una línea recta hacia el extremo oriental de Tierra, quedando convertidas en una larga fila de montañas. En medio de esta fila, cercada de montañas, puso una gran fuente de agua y condenó a Edrux, convertido en Cóndor, a vigilarla eternamente.

Inmerso en una profunda tristeza, Edrux conoció el amor. Sobrevolando el lago, alcanzó a ver, sumergido en sus aguas, un gran pez de una increíble hermosura, a quien llamó “Far’nagi”, que quiere decir Pez Hermoso. Edrux construyó una barca para poder posarse sobre ella y estar más cerca de Far’nagi. Todas las noches, cansado de volar, bajaba a su barca y rozaba las aguas con sus formidables alas, porque era la única forma con que podía acariciar a su pez. Una noche no encontró a Far’nagi; por más que batía las aguas con sus fuertes alas, su pez no aparecía. Desesperado, incendió sus alas destruyéndolas completamente, y aún ardiendo en fuego, se arrojó al lago. Y allí está, sumergido, atrapado bajo las aguas, esperando que le broten alas nuevas para salir del lago.

Nuestros antepasados, que supieron esta historia de sus propios antepasados, han llamado SunDegyl a los montes hechos con pétalos de flores; y Tur’sorNeb al lago donde, bajo sus aguas, vive Edrux convertido en Cóndor, esperando tener sus alas nuevamente.

Fragmento del Libro "Leyendas del AkbyllGer"

enero 16, 2009

Un punto en el horizonte

Creces, y debo decir que eso me hace inmensamente feliz, y al mismo tiempo, me parece insondablemente injusto. Injusto para mis recuerdos y para algunos de mis sueños; feliz para el transcurso del universo y para ti.

Creces porque tu mirada llega más lejos; creces porque tu corazón se ensancha y es como un océano; creces porque tu alma siente distinto, como otra persona, como mujer; creces porque las cosas se ven diferentes ahora que abres y cierras tus ojos, y los recuerdos son lindos pero ya no te doblegan.

Entonces yo detengo la marcha. Y aunque muero por preocuparme de ti, no puedo, no debo. No quiero parecer imprudente, inoportuno, porque no pensamos igual, porque no es tu norte lo que mi brújula señala...

Ahora, sin embargo, la felicidad se me escabulle por otro lado... y quiero abrir esa puerta. En algún punto del horizonte estaré, a punto de desaparecer, como el ángel de García Márquez, inútil, viejo, pero volando de nuevo.

enero 11, 2009

Hijo del Sonido

Aquí se cuentan los días de Uyrikem y Jiupom en el bosque de Syr a run. Habían aprendido a recoger los frutos de los árboles y a cazar pequeñas aves del bosque; hacían fuego con las piedras y cocinaban con las hojas de las plantas. Algunas veces iban hasta las orillas del AkbyllGer y conseguían peces que luego cocían y disfrutaban felices. Un día, recogiendo los frutos de los árboles, Uyrikem fue mordida en el brazo por una serpiente del bosque, de las que llaman “hirum’lake” que significa “la arrastrada”, y que son muy venenosas. Uyrikem sufría de fiebres muy altas y convulsiones, y Jiupom supo que iba a morir. Como era “mago - brujo”, Jiupom recordó que las fiebres por mordeduras de hirum’lake se curan con soplidos de “arenas mágicas” del BelFudyl o Desiertos de la Luna, y a sabiendas del peligro que corrían, decidió ir y traer estas arenas para curar el mal de Uyrikem. Atravesó el AkbyllGer hacia el lado oriental del bosque de Syr a run, corrió entre los árboles, incluso avanzó trepando en ellos, y alcanzó las primeras cuestas de los Deg’mootyl o Montañas frías. Ayudado por sogas, inició su ascenso hasta las cumbres donde el frío es insoportable. Desde esas alturas pudo ver la cima del “IteekDeg” o Montaña del desafío, llamada así porque, según las leyendas, desde allí TerSus fue desafiado por su hermano Edrux a librar una gran batalla. Jiupom descendió a toda prisa hasta los BelFudyl en busca de las arenas mágicas que se encuentran en medio del desierto, pero le llegó la noche. Jiupom sintió temor porque se sabe que en las noches de Luna llena aparecen los vientos negros que se roban el espíritu de las personas, sin embargo siguió avanzando entre el oscuro y el silencio. Al llegar al centro mismo del desierto, Jiupom encontró las arenas mágicas que son de color rojo y están esparcidas entre las arenas comunes del desierto. Jiupom cogió dos puñados y los guardó en un bolso de algodón y emprendió el viaje de regreso, pero de inmediato fue sorprendido por los vientos negros y envuelto en ellos comenzó a luchar para escaparse. Jiupom luchó varias horas sin poder librarse de la furia de esos vientos, hasta que estos le arrebataron el alma y dejaron caer su cuerpo en las “arenas calientes” del desierto.

Jiupom era mago - brujo, ya hemos dicho, por eso su alma pudo comunicarse con los vientos negros mientras estos lo llevaban hacia Cielo para desaparecerlo por siempre. Les dijo: “Megulyl, payl ko poes Angy u Uyrikemgigy”, que quiere decir, “Señores, tengan piedad de mí y de mi Uyrikem”. Los vientos negros escucharon la historia que Jiupom contaba invadido por la tristeza y le preguntaron qué era lo que quería. “Déjenme volver donde ella llevándole las arenas mágicas para devolverle la salud”. Los vientos negros preguntaron otra vez: “¿Qué nos darás a cambio?”. Jiupom pensó un momento y respondió: “Traeré muchas almas para ustedes”.

Los vientos negros dejaron ir al espíritu de Jiupom, que cruzó las frías cumbres de los Deg’mootyl y el bosque de Syr a run volando a gran velocidad. Uyrikem agonizante, estaba recostada en un árbol del bosque cuando Jiupom se presentó ante ella como un ser luminoso y cantando una melodía triste sopló sobre ella las arenas mágicas llenándola de vida nuevamente. Uyrikem se puso de pie y corrió a abrazar a Jiupom, pero este la detuvo; sacó de su bolso un mullu o trompeta de spondylus traído desde los “mares del norte” por los pobladores de la costa del Dum’zet o Mar pacífico, y sopló con todas sus fuerzas. Un sonido estremecedor y poderoso se extendió a través del bosque, un sonido que alcanzó los cuatro extremos de Tierra y que quedó resonando entre los árboles alrededor de Uyrikem. El espíritu de Jiupom se fusionó con el sonido del mullu y envolvió dulcemente el cuerpo de Uyrikem penetrando su piel y su vientre. Así quedó Uyrikem embarazada de Jiupom, y él siguió rodeándola hasta que se apagó el sonido del mullu. Fecundada Uyrikem, el espíritu de Jiupom le contó sobre la promesa hecha a los vientos negros y se despidió de ella tiernamente, pues los vientos negros esperaban su alma en los BelFudyl para llevarlo a Cielo para siempre.

Fragmento del Libro "Leyendas del AkbyllGer"

enero 04, 2009

Una antigua leyenda

Se presentaron ante Nerikom un búho y un perro sin pelo. Habían estado discutiendo por qué el búho y sus amigos dormían todo el día y no trabajaban, y querían saber para qué servían el día y la noche. Le preguntaron: “¿Qué se hace en el día y qué se hace en la noche?”. Nerikom contestó: “El búho quiere la noche porque es amigo de Luna y el perro es amigo de Sol, por eso el perro quiere el día. Al principio todo era luz; Sol y Luna vivían juntos, cara a cara, mirándose, queriéndose, Cielo y Viento les acompañaban porque todos ellos son los espíritus vigilantes que han estado allí desde siempre, desde que no había nada. Un día todos los animales del bosque del Syr a run le dijeron al Dios TerSus que estaban muy cansados, porque todo el día trabajaban buscando alimento y escarbando la tierra, educando a sus crías y protegiendo a sus grupos, pero nunca podían descansar. TerSus creó la noche para que los animales pudieran descansar, pero necesitaba que uno de los espíritus vigilara la Tierra durante la noche, entonces decidió separar a Luna de Sol y ordenó que ella vigilara. Luna se sintió triste y sola vigilando la noche. Algunos animales volvieron donde TerSus y le dijeron que les apenaba saber que Luna se quedaba en soledad mientras cumplía su trabajo. Nuevamente se reunieron todos los animales y TerSus les dijo: “Sean amigos de Sol quienes quieran trabajar durante el día, y sean amigos de Luna quienes quieran trabajar durante la noche”. Y así fue desde ese día, las lechuzas, los murciélagos, algunos reptiles, felinos y monos acompañan a Luna en su trabajo de vigilar la noche, hasta ahora es así; el resto, como el perro sin pelo, acompañan a Sol durante el día”. 

El búho y el perro sin pelo quedaron satisfechos con la explicación de Nerikom, pero él continuó diciendo: “Ocurrió otro problema después. Los animales estaban contentos, pero Sol y Luna seguían tristes porque ahora vivían separados y ya no se podían ver. TerSus sintió compasión de ellos y les dio permiso para encontrarse cada cierto tiempo, a la vista de todos nosotros, acompañados siempre de Cielo y Viento”.

Nerikom aún estaba hablando cuando Syabem lo interrumpió. Le dijo: “Nan yregle”, que quiere decir “alguien te busca”. Era Apolem y sus hermanas garzas blancas. Habían venido para llevarlo de regreso donde los lobos marinos: TerSus había ordenado. Syabem despidió a Nerikom, y él subió a las espaldas de Apolem y tocando su mullu, volaron hasta Cielo dejando la isla de Ykun’ablit.


Fragmento del Libro "Leyendas del AkbyllGer"