mayo 24, 2009

Como una sentencia

Algo yo recuerdo de mi juventud temprana (porque me considero joven aún), me refiero a mis primeros años de vehemencia y libertad. Algo que no debiera olvidar nunca, y que con seguridad, tuvo que haber señalado el curso de mi vida afectiva de los años posteriores.
En realidad, en ese momento no tenía las palabras para explicarlo, es más, yo nunca tuve las palabras para explicarlo. Algunos años después se lo oí decir a Omar Camino.
 
Fue de pronto, sin querer, como una brisa que llega a tu rostro trayéndote los aromas de las algas y las caracolas, como un soplo. Estaba mi buen amigo delante de mí, cantando la más bella de sus canciones, diciendo en un solo verso la lección que mis años de nobel enamorado habían aprendido y que no había podido explicar nunca en palabras... Omar me la regalaba en forma de poesía: "...para olvidar es preciso saber que nadie nunca nos pertenece".
 
¿Te imaginas cuántas noches de desamor, de dulce tortura, de cielos ennegrecidos, de musas secuestradas, de corazones arropados de decepción, de locuras acechantes, de fantasmas perturbadores, de lúgubres sueños, de sudores quemantes, de lágrimas hirientes, de fotografías rotas, de cartas incineradas, de amar eternamente, nos habríamos ahorrado si tan solo guardáramos en nuestra mente esta frase como una sentencia?

1 comentario:

Gloria dijo...

Al menos yo me hubiese ahorrado muchas horas de sueños irreales. Supongo que debería recordar ahora que ese alguien no me pertence, pero... ¿podré aprenderlo? ¿Se puede adiestrar el alma? Intentemoeslo. Y gracias por el post, pronto uno para ti =)