enero 11, 2009

Hijo del Sonido

Aquí se cuentan los días de Uyrikem y Jiupom en el bosque de Syr a run. Habían aprendido a recoger los frutos de los árboles y a cazar pequeñas aves del bosque; hacían fuego con las piedras y cocinaban con las hojas de las plantas. Algunas veces iban hasta las orillas del AkbyllGer y conseguían peces que luego cocían y disfrutaban felices. Un día, recogiendo los frutos de los árboles, Uyrikem fue mordida en el brazo por una serpiente del bosque, de las que llaman “hirum’lake” que significa “la arrastrada”, y que son muy venenosas. Uyrikem sufría de fiebres muy altas y convulsiones, y Jiupom supo que iba a morir. Como era “mago - brujo”, Jiupom recordó que las fiebres por mordeduras de hirum’lake se curan con soplidos de “arenas mágicas” del BelFudyl o Desiertos de la Luna, y a sabiendas del peligro que corrían, decidió ir y traer estas arenas para curar el mal de Uyrikem. Atravesó el AkbyllGer hacia el lado oriental del bosque de Syr a run, corrió entre los árboles, incluso avanzó trepando en ellos, y alcanzó las primeras cuestas de los Deg’mootyl o Montañas frías. Ayudado por sogas, inició su ascenso hasta las cumbres donde el frío es insoportable. Desde esas alturas pudo ver la cima del “IteekDeg” o Montaña del desafío, llamada así porque, según las leyendas, desde allí TerSus fue desafiado por su hermano Edrux a librar una gran batalla. Jiupom descendió a toda prisa hasta los BelFudyl en busca de las arenas mágicas que se encuentran en medio del desierto, pero le llegó la noche. Jiupom sintió temor porque se sabe que en las noches de Luna llena aparecen los vientos negros que se roban el espíritu de las personas, sin embargo siguió avanzando entre el oscuro y el silencio. Al llegar al centro mismo del desierto, Jiupom encontró las arenas mágicas que son de color rojo y están esparcidas entre las arenas comunes del desierto. Jiupom cogió dos puñados y los guardó en un bolso de algodón y emprendió el viaje de regreso, pero de inmediato fue sorprendido por los vientos negros y envuelto en ellos comenzó a luchar para escaparse. Jiupom luchó varias horas sin poder librarse de la furia de esos vientos, hasta que estos le arrebataron el alma y dejaron caer su cuerpo en las “arenas calientes” del desierto.

Jiupom era mago - brujo, ya hemos dicho, por eso su alma pudo comunicarse con los vientos negros mientras estos lo llevaban hacia Cielo para desaparecerlo por siempre. Les dijo: “Megulyl, payl ko poes Angy u Uyrikemgigy”, que quiere decir, “Señores, tengan piedad de mí y de mi Uyrikem”. Los vientos negros escucharon la historia que Jiupom contaba invadido por la tristeza y le preguntaron qué era lo que quería. “Déjenme volver donde ella llevándole las arenas mágicas para devolverle la salud”. Los vientos negros preguntaron otra vez: “¿Qué nos darás a cambio?”. Jiupom pensó un momento y respondió: “Traeré muchas almas para ustedes”.

Los vientos negros dejaron ir al espíritu de Jiupom, que cruzó las frías cumbres de los Deg’mootyl y el bosque de Syr a run volando a gran velocidad. Uyrikem agonizante, estaba recostada en un árbol del bosque cuando Jiupom se presentó ante ella como un ser luminoso y cantando una melodía triste sopló sobre ella las arenas mágicas llenándola de vida nuevamente. Uyrikem se puso de pie y corrió a abrazar a Jiupom, pero este la detuvo; sacó de su bolso un mullu o trompeta de spondylus traído desde los “mares del norte” por los pobladores de la costa del Dum’zet o Mar pacífico, y sopló con todas sus fuerzas. Un sonido estremecedor y poderoso se extendió a través del bosque, un sonido que alcanzó los cuatro extremos de Tierra y que quedó resonando entre los árboles alrededor de Uyrikem. El espíritu de Jiupom se fusionó con el sonido del mullu y envolvió dulcemente el cuerpo de Uyrikem penetrando su piel y su vientre. Así quedó Uyrikem embarazada de Jiupom, y él siguió rodeándola hasta que se apagó el sonido del mullu. Fecundada Uyrikem, el espíritu de Jiupom le contó sobre la promesa hecha a los vientos negros y se despidió de ella tiernamente, pues los vientos negros esperaban su alma en los BelFudyl para llevarlo a Cielo para siempre.

Fragmento del Libro "Leyendas del AkbyllGer"

No hay comentarios.: