abril 05, 2009

En el momento del ocaso (marzo 1992)

Mi madre estaba enferma. Lo digo sin tapujos. También puedo decir que eso trajo demasiados cambios en la familia. Mi padre se quedaba sin trabajo a causa de la edad, y ya antes había gastado todo lo que le quedaba en los tratamientos del cáncer que un año después se llevaría a mi mamá. Ese sería, además, el último año que estudiaría en el colegio La Merced. Mi padre ya no tenía suficiente dinero para mantenerme allí, y yo había dejado de ser el alumno ejemplar de los primeros años, la guitarra me había llenado de tal forma que no quería hacer otra cosa que tocarla, siempre, hasta altas horas de la noche; de modo que cualquier sacrificio de mi padre por mantenerme en ese colegio no valdría la pena.

 

Sin embargo, disfruté el cuarto año de secundaria. Los amigos de mi aula hicieron que me llevara el mejor recuerdo de la secundaria. En especial uno, al que llamábamos Pitty y que tenía una admiración notable por Los Prisioneros. El más grande de sus sueños era formar una banda de rock de las grandes, no como aquella que hicimos con otros amigos y que jamás tuvo un nombre verdadero ("Teoremas" y "Sostenes abajo" fueron algunas propuestas) Pitty y yo salíamos del colegio y nos encerrábamos en su habitación, guitarra y órgano, y cantábamos hasta la noche. Todas ellas fueron las mejores tardes de ese año.

 

Pitty se fue a Miami con su familia, para siempre. Alguna vez volvió. Alguna vez también, nos sentamos en un café a escudriñar nuestro pasado adolescente. Pero ya éramos adultos.

 

Escribí muchas canciones para este dúo soñador. La más hermosa es ésta porque tiene el color y el olor de ese año. A veces pienso que es una canción naranja, como el ocaso, y que en ella puedo encontrar todas esas tardes que le dieron color a 1992.

 

En el momento del ocaso

Cuando las nubes no respondan tu tristeza

Y las palomas callen el eco de sus alas

Habrá una lágrima naciendo con la noche

Y una luz inventando el amanecer.

 

En el momento del ocaso

Cuando el cielo rompa su misterio oscuro

Y las estrellas muestren su sonrisa ajena

Caerá el rocío de las flores transparentes

Y el mar silente, y el alma y la conciencia.

 

Pregunta si esta noche no termina,

Si en los campos se consumen tus andares,

Si el amanecer va llegar a tus oídos

O a los de otros que no viven de cantares,

Si tu guitarra ya no soltará un sonido.

Pregunta si tu canto se abre paso,

Si la mente no responde a los sentidos,

Pregunta, en el momento del ocaso...

 

En el momento del ocaso

Cuando las nubes no respondan tu tristeza

Y las palomas callen el eco de sus alas

Habrá una lágrima naciendo con la noche

Y una luz inventando el amanecer.

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